Café con Leche

Me quedo viendo como el café se mezcla con la leche. Por breves segundos reina el caos, se forman todo tipo de figuras. La siguiente vez que se preparen un café, dense tiempo para apreciar estos 5 segundos. Es una pelea a muerte entre ambas sustancias que resisten a mezclarse y luchan por la supervivencia. El proceso es simple: café, leche, una taza bicolor y la magia sucede al mezclar, para finalmente cuando se acaban de mezclar, regresar a ese color café pálido bajo un nuevo equilibrio.

Sean Carroll hace esta analogía del café para mostrar por qué la vida solo pudo haber surgido ahora. Los sistemas evolucionan en una flecha del tiempo hacia la entropía[1]: partimos de un tenso equilibrio (previo al Big Bang) y vamos hacia un equilibrio silencioso de máxima dispersión de la energía cuando todo haya desaparecido. Inevitablemente este es nuestro origen y hacia donde vamos. La vida es lo que pasa entre estos dos estados de equilibrio. El caos es la línea que une las nadas (o los todos) y las increíbles figuras que se forman al azar. Un baile de formas matemáticas que se representa ante nosotros como obra de arte de Refik Anadol.

Nuestra idea de equilibrio comienza a formarse desde que somos niños. En la escuela buscan que nos convirtamos en promedio. Nos dan clases para lo que somos malos y nos permiten salir antes al recreo para lo que somos buenos. Así nos formamos la idea que el objetivo en la vida radica en estar en medio, conforme a lo que vemos y a las normas establecidas.  Pero, ¿hay algún objetivo establecido por la naturaleza al que debamos converger?

En las culturas orientales, el taoísmo y las enseñanzas de Confucio se enfocan en la importancia del largo plazo, y en la armonía con el tiempo y la naturaleza. Esto lleva a que se venere una cultura del perfeccionamiento de lo cotidiano. Un chef de sushi o un artesano que fabrica cuadernos puede convertirse en una celebridad por haber perfeccionado el arte de repetir el mismo proceso por años y fijarse en los más ínfimos detalles. La función objetivo se vuelve quitar todo tipo de ruido y de imperfecciones como si los productos tuvieran un ideal natural y al que debemos aspirar.

Esta mentalidad contrasta con Silicon Valley: una cultura de sobrevivencia, de crecimiento o muerte. Todo o nada.  Donde se premia la innovación, el desorden, el caos y el surgimiento de nuevas ideas. La vida promedio de las empresas y los productos se vuelve efímero, solo para ser reemplazados por nuevos productos que luego sufrirán la misma suerte en pocos meses o años. Los inversionistas persiguiendo a los innovadores, mientras sigan siendo noticia para pronto olvidarlos en cuanto dejen de servirles. La cultura de lo impermanente y del cambio. Vivir en el borde de la innovación y constantemente se busca empujar este borde.

Estos dos enfoques no pueden ser más opuestos. Ante esto: ¿a dónde debemos apuntar como humanos y nuestra razón de vida? También de aquí surgen otras cuestiones sobre cómo construir una empresa: de largo plazo que nos trascienda, o apostar al todo o nada buscando ser los disruptores y no quedar obsoletos por el paso del tiempo y quienes vayan más rápido que nosotros.

Visualizo mi vida como una serie de figuras geométricas, con un círculo en el centro. Un núcleo que forma quien soy, mi naturaleza, cultura y a lo que aspiro. Este circulo no se mueve mucho, es un poco rígido e inflexible. Más parecido a la cultura oriental de intentar un perfeccionamiento, conocimiento personal y largo plazo. El círculo va teniendo capas conforme crece, cada capa cambia un poco la forma al círculo y también se vuelve menos uniforme hasta alcanzar todo tipo de figuras. Las últimas capas son las experimentaciones y cosas nuevas que me llaman la atención o a donde creo que debo dirigirme. Una vez que internalizo alguna de estas metas de las últimas capas, se fusionan con el parte del núcleo y se solidifica para empezar este proceso de mejora. Los bordes son desordenados, caóticos, imperfectos, pensamientos que divagan y que normalmente se contradicen. Pero ahí en esas orillas es donde está el descubrimiento de lo nuevo y el crecimiento.

Mi balance personal está en intentar mejorar constantemente el centro mediante conocimiento personal, pero por otra parte probar mis límites y de lo que soy capaz. Filosofía “kaizen” en el centro, experimentación, adrenalina, novedad y locuras en los bordes.

En el mundo de las inversiones, es posible buscar un equilibrio similar. Nassim Taleb describe como “Barbell Strategy” como el mejor enfoque pare gestionar el riesgo. El principio se basa en buscar extremos opuestos: un lado muy conservador o seguro; y por otra parte un lado con mucho potencial, pero por ende un mayor riesgo. Para inversiones puede ser el 80-90% en un portafolio balanceado de bonos y acciones de largo plazo, con un 10-20% en venture capital, criptomonedas y cualquier otra inversión de riesgo.

Las empresas no dejan de ser entes vivos como los humanos, y también se pueden beneficiar de estos extremos. Una vez que el producto fue probado y contamos con evidencia por parte del mercado de tener algo que funcione y que haya clientes dispuestos a pagar por él y que nos genere un buen margen: debe comenzar un proceso de refinamiento y mejora continua. En el otro extremo, la empresa debe tener un área de experimentación e innovación que permita crear el futuro antes que sea disrumpida por factores externos. Orden en el centro, caos en los bordes como proceso iterativo. Donde cada vez que algún proceso caótico logra ser exitoso, se fusiona con el centro para empezar de nuevo este proceso de mejora infinita.

Ver la vida como un proceso evolutivo, donde solo somos una copia del Universo, se vuelve divertido. Un juego de autoconocimiento y experimentación. Un juego donde los extremos se terminan platicando y cada uno se ríe junto con el otro. Un baile entre orden y el riesgo donde dejan de ser opuestos para ser complementos perfectos.

Después de escribir estas líneas, vuelvo a mirar mi café con leche. Lleva un par de horas en equilibrio, estático en el tiempo. Todo y todos vamos hacia este estado de entropía total donde el tiempo se detiene. Durante un segundo recuerdo cuando lo revolví y que lo divertido está en el caos y la capacidad que tengamos cada uno de generar imágenes durante el movimiento intempestivo. Sabiendo que las imágenes solo serán temporales… aunque al final todo lo es.

[1] Segunda Ley de Termodinámica

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